Por motivos personales, no pude este año felicitar la Navidad desde esta bitácora. Pero hoy es Navidad para los millones de cristianos ortodoxos que siguen aún el calendario juliano. Y, aprovechando que hoy es Navidad para todos ellos, quiero hacer una reflexión.
Esta reflexión no es sólo para felicitar la Navidad a esos millones de hermanos cristianos, sino para recordar que, según informes de la Organización de la Unión Egipcia para los Derechos Humanos, que preside Guibrail, más de 100.000 cristianos han abandonado el país después de la Revolución del 25 de enero, que derrocó a Mubarak, por el aumento de la violencia y las agresiones contra ellos y sus iglesias.
Pero ellos, que son los descendientes de los faraones están perseguidos y arrinconados entre la marea islamista, que se ha intensificado enormemente después de la Revolución. Como extraños en su propia tierra, emigran por miles para huir de la violencia y de las persecuiones. De hecho, el término copto procede del griego «aigyptios», que simplemente significa egipcio, sincopado después en kuptios. Después, la palabra pasó al árabe como qub o qib y ya de ahí a su denominación castellana. Es decir, su propa denominación no significa nada más que «egipcio», y muchas de las familias coptas que hoy viven en Egipto, sobre todo en Alejandría, descienden directamente de los faraones. Hubo un tiempo en que la mayoría de la población egipcia era copta, tanto que en El Cairo o en Alejandría se hablaba su idioma litúrgico, el copto, una lengua vernácula que ya se hablaba en época de Ptolomeo y que apenas ha cambiado desde entonces, al igual que su alfabeto. La célebre escuela de Alejandría, cuna de genios de la ciencia, la religión, las matemáticas o el sistema del comentario de texto, fue famosa por ellos, que la poblaron y mantuvieron durante siglos. La fe de los coptos desciende directamente de San Marcos, uno de los cuatro evangelistas, mártir en Alejandría.
El año pasado, la semana anterior a la celebración de la Nochebuena, se perpetró un atentado contra una iglesia copta que dejó 23 muertos; y hace dos años, en la localidad de Naga Hamadi, en el sur de Egipto, murieron nueve personas -ocho de ellas cristianas- asesinadas a tiros, cuando salían de una iglesia tras asistir a la Misa del Gallo. Pero estos no son episodios puntuales, sino que los coptos de Egipto, marginados desde siempre, son continuamente perseguidos y masacrados. Bajo la prohibición de adornar y reformar sus templos, ellos viven el nacimiento de Jesús casi desde la clandestinidad.
Por todo esto y para ellos, que viven su fe en unas condiciones extremas en un país que les discrimina, relega y arrincona por la única razón de sus creencias ¡FELIZ NAVIDAD!