Procedentes de Hanoi, en un vuelo de Vietnam Airlines, llegamos a Danang a eso de las 6 p.m; dando una pequeña vuelta por la ciudad, que es el mayor puerto de la costa centro y sur del país. De hecho, en ella fue dónde se produjo el desembarco del primer contingente de marines estadounidenses en 1.965, y en ella estuvo la mayor base aérea de los Estados Unidos durante la guerra. Como los servicios hoteleros en Danang son muy escasos, decidimos alojarnos en Hoian, pequeña y coqueta ciudad a orillas del río Thu Bon.
A la mañana siguiente, volvimos a Danang para visitar el museo de arte Cham, construido segun diseño de arquitectos franceses que se inspiraron en las torres y templos Champa. Lo más importante es la colección de escultura del reino Champa (siglos VII a XV). Un pueblo establecido en la zona costera del centro del país y en parte del sudeste, fue la primera civilización del pueblo cham. Sirvió de piedra angular para la formación de pequeños reinos que posteriormente se convirtieron en el reino de Champa. Por sus contactos comerciales con India adoptaron como religión el hinduismo. Esto se ve reflejado en su arquitectura y escultura. Hoy por hoy existen cosa de unos 6000 champs distribuidos a lo largo de la costa y sus asentamientos se reconocen por sus santuarios de ladrillo, las llamadas «torres champa».
Seguimos el recorrido con la visita de la Montaña de Mármol, que está formada por cinco grandes afloramientos. Se dice que cada una representa un elemento natural que se corresponde con sus nombres: Agua, Madera, Fuego, Metal y Tierra. Thuy Son (Tierra), es la más grande y célebre, tiene una serie de cuevas naturales en las que durante siglos fueron construídos santuarios, primero hindúes y después budistas. Es un lugar muy popular de peregrinaje.
Continuamos con la visita de la playa de China, que adquirió fama por la serie de televisión estadounidense. Se extiende durante muchos kilómetros al norte y al sur de las montañas de Mármol, y en ella disfrutaban de su R&R (Rest&Recreation) las tropas americanas. Una paradísiaca playa de arenas blancas y pequeñísimas olas. Allí ví por primera vez las barcas redondas de tiras de bambú que utilizan para pescar.
Regresamos a Hoian para disfrutar de ésta preciosa ciudad. La parte antigua fue declarada Patrimonio de la Humanidad. Además, tiene la ventaja de que se conserva casi intacto. Fue un importante enclave comercial durante los siglos XVI y XVII, cuando era conocida como Faifo. En ella comerciaban los chinos, japoneses y occidentales que se asentaron en la región. Los mejores sitios que recomiendo para quedar con el mejor recuerdo de la pequeña ciudad, son los que os cuento ahora.
El puente-pagoda sobre el río Hoai, construido por los comerciantes japoneses al final del siglo XVI y principios del XVII es de visita obligada. Tiene una arquitectura especial, con su tejado de tejas yin-yang (cóncavas y convexas) que cubre todo el puente. A los dos extremos del puente hay animales de madera: el perro en uno y el mono en el otro, que son animales sagrados muy venerados por los japoneses. Simbolizan que el puente se empezó en el año del perro y se acabó en el del mono (disculpad que no sepa calcular el equivalente en años nuestros). El centro del puente se dedica al culto del Genio Tran Vo del Norte, que ofrece a todos la alegría y felicidad. Este puente era la separación entre ambas comunidades (china y japonesa), y se utilizaba como aduana; incluso había que pagar peaje para poder transitarlo. Los más pobres no podían pagar esas cantidades y tenían que realizar un importante rodeo para llegar de una zona a otra de la ciudad.
La zona es también famosa por su seda de una magnífica calidad. Y cómo no, aproveché la ocasión para encargar un precioso traje de seda a medida, en una tienda estatal (son más caras, pero también más seguras, puesto que puedes reclamar). El traje debía aparecer en la recepción del hotel a la mañana siguiente. A primera hora de la mañana me esperaba mi maravilloso traje acompañado de un vietnamita preguntando por mí. En ese sentido me recordó a la India, puedes ir sin nada de ropa en la maleta, porque puedes hacerte trajes a medida, abrigos, zapatos… Tú les llevas el modelo y de un día para otro te lo hacen por unos pocos dongs.
Imprescindible la visita de la pagoda Phuoc Kien, construida por marineros chinos y dedicada a la diosa del mar y protectora de marineros y de pescadores. Visitamos asimismo el Templo Chua Ong, que es un santuario chino dedicado a Quang Cong, cuya estatua, parcialmente dorada, hecha de papel maché aplicado a una estructura de madera, se encuentra en el altar central.
En la parte antigua se pueden visitar viviendas particulares, entre las que incluimos la Casa de Tan Ky, de 200 años de antigüedad, con los poemas chinos escritos en nacar taraceado. Al entrar vimos un retrato que identificamos rápidamente con Ho Chi Minh (omnipresente al menos en el norte de Vietnam). La propietaria no tardó en revelarnos que el retrato era de su abuela. No pudimos sofocar la risa, a pesar de saber que el respeto a los antepasados es sagrado (por fortuna, la propietaria no sabía el porqué, debió pensar «estan locos estos turistas»…). Visitamos asimismo la estructura más antigua, la casa-capilla de la familia Tran, hecha toda de madera tallada, que todavía está habitada, la sala de reuniones de la Comunidad Chaozhou.
También nos acercamos al pintoresco mercado, y además tuvimos la suerte de llegar en día de luna llena, con lo que pudimos ver el festival de la Luna Llena que comienza alrededor de 6 de la tarde, cuando la ciudad se ilumina solamente con unas linternas de colores, y también el río se transforma en un jardín de linternas encendidas.
La siguiente visita será a Hue, también de la zona centro de Vietnam, pero merece capítulo aparte.