Hoy celebramos en Granada, como cada 2 de enero desde hace 516 años, la Toma de la ciudad por los Reyes Católicos.
Realmente la Toma de Granada es mucho más que el asedio, sitio y captura de la ciudad. Es una guerra de más de once años (1482-1492), que se inicia con la caída de la villa de Alhama.
En una breve introducción histórica, en 1.483 el emir Muley Hassan es destronado, mientras intentaba recuperar la ciudad de Alhama, víctima de una conspiración urdida por su propia esposa Fátima con ayuda del clan de los abencerrajes para entronizar a su hijo Boabdil; conocido como «el chico». Muley Hassan se refugia con sus huestes en el castillo de Mondújar junto a su hermano y lugarteniente, El Zagal; y, con el apoyo de la poderosa falmilia de los Venegas, logra vencer a las tropas de Boabdil en la batalla de la Axarquía en 1.483. De este modo se inicia en Granada una guerra civil que consigue ganar Boabdil, gracias al apoyo prestado por los Reyes Católicos a cambio de rendirles vasallaje.
Muerto Muley Hassan, Boabdil y El Zagal (sobrino y tio) acuerdan repartirse el reino por mitades; la oriental para Boabdil y la Occidental para El Zagal, lo que debilita aún más sus posibilidades de supervivencia. Al poco tiempo los Reyes Católicos consiguen el control de la zona occidental tomando Ronda y Málaga; y las demás ciudades en los tres años siguientes, gracias a la rendición de El Zagal que acepta entregar los territorios, rendir vasallaje a los Reyes Católicos y prestar apoyo para la toma de Granada a cambio de conservar tierras y servidumbres.
Por su parte, Boabdil fue capturado en la defensa de la ciudad de Loja pero fue liberado con la condición de rendir la ciudad de Granada, pacto que obviamente incumplió. Por ello, los Reyes Católicos establecen frente a la capital el Campamento de la Santa Fe en 1.489, el cual, tras un devastador incendio fue convertido en ciudad en 1.491.
El constante asedio de la capital y su consiguiente aislamiento y el descontento popular frente a las miserias del asedio, las hambres y las enfermedades, obligan a Boabdil a rendirse. La rendición se plasma en el histórico documento de las Capitulaciones que supone, además de la rendición y toma de Granada; el fin del último reino musulmán de la península y de ocho siglos de ocupación musulmana. En el lado cristiano, la toma de Granada significa el fin del avance hacia el sur, lo que exigía la apertura de nuevos horizontes (casualmente andaba por allí un tal Cristóbal Colón).
Pero hoy, los que estaremos en la Plaza del Carmen (del Ayuntamiento), esperando la tremolación del pendón de Castilla bajo la lluvia y el frío volveremos a vivir lo que desde hace algunos años se viene repitiendo, cansando a los granadinos medios y aburriéndolos hasta el hartazgo.
Unos grupos políticos incapaces de reunir en la ciudad a más de diez o doce adeptos (Democracia Nacional, AES, y varios tipos de Falanges que ni siquiera me preocupo en identificar), se posicionarán desde bien amanecido el día para proferir sus gritos y consignas que nada tienen que ver con la fiesta que celebramos y que ya nos sabemos de memoria. Y, precisamente; esos grupos serán los que aparezcan en los medios de comunicacion convenientemente enfocados. El resto de granadinos, más de seis mil porque no cabemos más en la Plaza del Carmen, los acallarán con pitidos y abucheos, pero eso no aparecerá en ningún medio de comunicación.
Lo más que esperamos de los medios de comunicación locales o nacionales en su breve reseña será algo asi como «Los tradicionales actos de conmemoración de la Toma de Granada dividen a los ciudadanos», algo totalmente falso puesto que tal división no existe.
Y, para más preocupación, un grupo de residentes musulmanes, apoyados por varias fuerzas locales entre ellas el PSOE; que ya intentó cambiar los actos por una ridícula «fiesta de la tolerancia», abogan por la desaparición de la fiesta. que sólo tiene 516 años. Pero la tolerancia como la entienden ellos es una trampa. La tolerancia que nos quieren imponer es un concepto radical y discriminatorio ¿porque nos reclaman «tolerancia» hacia los musulmanes y no hacia los estadounidenses, por ejemplo? Y es que esa misma tolerancia implica una carga de superioridad del que la reclama, eso sí, como se diría ahora «de buen rollito».
Y yo me niego. Quiero que desaparezcan esos grupos de imbéciles que radicalizan la fiesta y que por ellos solos no podrían convocar a más de veinte personas. Quiero que desaparezca el cinismo de grupos políticos que reclaman modificaciones en una celebración lúdica y festiva que a la mayoría de los granadinos (99% según la encuesta del diario local Ideal) nos gusta tal y como está.
Recuerdo que mis padres nos llevaban de la mano en un día alegre a ver tremolar el pendón real de Castilla que trajeron los Reyes Católicos en la conquista del Reino. El concejal más joven de la corporación local se asomará al balcón central del Ayuntamiento, y gritará el tradicional «¡Granada!», que será respondido por los granadinos con la pregunta «¿Qué?», y continuará con la frase: «Granada, por los ínclitos Reyes Católicos, don Fernando V de Aragón y doña Isabel I de Castilla, ¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva Andalucía! ¡Viva Granada!», frases que se pronunciarán tres veces; precedida, cada una de ellas, por la tremolación del estandarte Real.
Si te ha gustado, compártelo:
Read Full Post »