Muchos seguimos con una mezcla de perplejidad, decepción y frustración la deriva emprendida por Mariano Rajoy en una renovación de todo menos de él mismo dentro del PP.
Y, sinceramente, a mi no me gusta ese «centrismo» que consiste en caer simpáticos a los nacionalistas, por ejemplo. Y parece ser que no soy la única que desconfía de la nueva trayectoria del PP, puesto que un millón de votantes más no volverían a dar su voto a ésta formación según una encuesta del CIS.
El único partido que pierde respaldo en intención de voto, según éste último barómetro, es el PP. El PSOE mantiene el mismo porcentaje de apoyo que cosechó en las generales del 9 de marzo y, tras la caída del PP, se sitúa seis puntos por encima del PP en intención de voto.
La estimación de voto de UPyD duplica el resultado obtenido en las pasadas generales, y mi impresión es que ésos votos recogidos por la formación de Rosa Díez provienen de personas que han retirado su apoyo al PP.
Las encuestas del CIS tienen el problema del tiempo que transcurre desde que son recogidos los datos hasta que se publica el resultado. Quiere ello decir que éstos datos fueron recogidos entre el 24 y el 30 de abril; es decir, que ya se había producido el órdago de Rajoy en Elche (el 19 de abril), cuando invitó a irse a otro partido a los que no se sintieran a gusto en el PP. Pero desde aquel momento, la crisis interna no ha hecho otra cosa que aumentar a pasos agigantados.
Una crisis interna con un Mariano Rajoy que se aferra desesperadamente a la presidencia del partido, del que se marchan dirigentes y militantes destacados como es el caso de María San Gil, líder de los populares vascos o José Antonio Ortega Lara, afiliado y emblema de la lucha antiterrorista. Por otro lado, Regina Otaola, alcaldesa de Lizarza, ha argumentado que Rajoy quiere tirar por tierra los principios con los que el partido acudió a las generales.
Pero lo más decepcionante de todo ello es que Rajoy ha tenido la capacidad suicida de no dejar margen para ningún candidato que no sea él mismo. Hasta la noble intención de Juan Costa de dar un paso al frente, no encuentra los apoyos que se le suponían; porque Mariano ha estado cosechando antes del próximo congreso; todos los avales provincia a provincia con un empeño digno de mejor causa, de manera que dispone de casi 2.100 de los 3.000 compromisarios (sólo necesitaba 600). Pero, para no dar una imagen tan unánime, que recuerda demasiado a las acusaciones de «congreso a la búlgara»; los barones le han aconsejado «ceder» parte de esos avales a otra candidatura alternativa.
Sinceramente, creo que no es problema de avales, sino de candidato. No existe, no hay, y nadie en el partido es capaz de dar la cara. Rajoy, en su empeño por mantenerse a toda costa en la poltrona, ha anulado a las demás personas que sonaban o podían sonar como alternativa.
Espero que a alguien en el PP se le enciendan las luces de alarma ante éstos datos que significan para mí dos cosas claras: que el electorado del PP ha castigado el cambio de rumbo que ha impuesto Rajoy; y que el PP necesita una primarias porque, de otra manera, se quedará sin candidato cuando la muerte política de Rajoy (más pronto que tarde), tenga lugar. En otras palabras, Rajoy tiene que irse para que el PP pueda vivir.